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miércoles, 4 de julio de 2012

Los Suspiros de la Calle.

11:40 PM.
Rozando la medianoche, atraído a salir fuera por la misteriosa ausencia de sonido que es tan rara en estos días de Carnavalescos Afanes, pude simplemente ser un privilegiado escuchar el Suspiro de la calle que esta frente a mi casa.
Para desgracia de la dama, hace como tres años fue bautizada por un nombre que nadie pidió y que al final de cuentas se lo impusieron por razones desconocidas. Me pareció que el suspiro era cansancio y más allá de cansancio físico o mental, era un suspiro de hastío. De aquellos provocados por la continuidad de lo que sigue, o digámoslo de otra forma la repetición de la rutina.
Condenada a hacer lo mismo desde las cuatro de la mañana  empieza la hostil jornada.

Primero llevando con urgencia el diario matutino puesto que la noticia no puede llegar ya tetelque, fresca es la manera bien recibida y por ende esperada.
Vi también que temprano llevaba las agujas y los hilos de las zonas francas, puesto que muchos no les es permitido ver el primer sol del día.
La calle aun somnolienta sigue su faena.
Miré que llevaba temprano pan a la puerta y gritaba no con ánimo sino más bien con desespero: “Pan Pan Pan”… (Esto por mencionar un estilo). Traigo a mención el desespero puesto que no sabe si su propio pan habrá de comer. Ya que si su pan no vende; con amargura come su pérdida.
Observé que la calle llevaba libros ya que aunque no muy guapa la negra dama; era culta la señora.
El azul marino y el blanco usualmente, eran los colores de sus detalles… detalles que le cubrían desde los pies hasta la frente.
Bulliciosa la calle, desde las cuatro hasta las ocho se da un leve descanso para preparar el salcocho.
Ella lleva los tomates, los ajos, los guineos y todo ingrediente, casi se le quedan los pipianes, nada puede quedar pendiente.
Como a las once y media disfruta de los libros, quien olvida la horchata, la cebada los churros entre otros.
Ya a la una la mujer suda, puesto que el sol le recuerda que su tono de piel es por causa de el sin duda.
Luego de toda esta mezcla a aquella se le antoja, el café, los pegados, la semita y si alcanza la milhoja.
Pasteles, empanadas, yuca, chuco haaaaaaa… que más!… La calle se esmera por tener de todo.
A las cinco trae de regreso a sus hijos, con dolor de piernas que también ella siente. Hace tiempo ya sus piernas dejaron de ser bellas, llenas de hoyos y venas le dieron apariencia de fea.
Acá es cuando ella llora, y los buses le gritan, pitan, maldicen y mas…
Pobre dama super estresada de aguantar tanto insulto reclamo y bayuncada.
Son casi las veintiuna horas esto se empieza a calmar, la señora ya sin hambre dice que no cenará.
Medio se sienta un rato y espera a que todo este caos se termine y que cuaje para empezar como a las doce de nuevo a suspirar.
En mi escucha pude notar que a la calle no duerme pues se echa a llorar, que su cuerpo no descansa pues está harta del afán.

Write By MapH.