En medio de las tinieblas nocturnas, y qué decir de
mis densas oscuridades personales, nubladas por espesas nubes de información; te
escuché partir a descansar.
Jamás imaginé que tal quejumbroso gemir se debiese
a que a que gritabas tu despedida. Pobre de ti, que aun la angustia de la
partida declarabas con indecibles espasmos.
La respiración menguaba poco a poco.
Y las tinieblas se volvían más tinieblas…
Desventura mayor morir en las sombras; no pudiste
esperar a ver la luz del sol que desde hace ya mucho tiempo era tenue y poco
rutilante a tus cansados ojos.
Sedienta de caminar el desierto de la soledad, tus
últimas voluntades se resumían a vasos de agua, simplemente para alcanzar a
llegar.
Me cansé antes que ti, sin pensar que acelerabas
cada vez más hacia el fin, la velocidad aumento en fracciones de tiempo.
La piel se enfrió, el sudor cesó, los músculos
cual hombre trabajado descansa estirándose así lo hicieron ellos, soplaste las
tenues vela, las puertas del aire y del sonido se cerraron para siempre.
Cuando
desperté, habías llegado antes que yo.
Adiós.
En memoria de M. L. C. (1925 - 2012)
Q.E.P.D.
¡Qué interesante! Me he quedado sin palabras...
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