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domingo, 14 de octubre de 2012

Muerte de Noche.



En medio de las tinieblas nocturnas, y qué decir de mis densas oscuridades personales, nubladas por espesas nubes de información; te escuché partir a descansar.
Jamás imaginé que tal quejumbroso gemir se debiese a que a que gritabas tu despedida. Pobre de ti, que aun la angustia de la partida declarabas con indecibles espasmos. 
La respiración menguaba poco a poco. Y las tinieblas se volvían más tinieblas…
Desventura mayor morir en las sombras; no pudiste esperar a ver la luz del sol que desde hace ya mucho tiempo era tenue y poco rutilante a tus cansados ojos.
Sedienta de caminar el desierto de la soledad, tus últimas voluntades se resumían a vasos de agua, simplemente para alcanzar a llegar.
Me cansé antes que ti, sin pensar que acelerabas cada vez más hacia el fin, la velocidad aumento en fracciones de tiempo.
La piel se enfrió, el sudor cesó, los músculos cual hombre trabajado descansa estirándose así lo hicieron ellos, soplaste las tenues vela, las puertas del aire y del sonido se cerraron para siempre.
Cuando desperté, habías llegado antes que yo.
Adiós.

En memoria de M. L. C. (1925 - 2012)
Q.E.P.D.

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