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miércoles, 7 de noviembre de 2012

El Reto.



Hace poco tiempo, exactamente como mes y medio atrás conocí a un tipo con el cual establecimos una buena amistad, tan buena que siempre frecuentamos lugares para detenernos a pensar y meditar sobre el pasado, el presente y el futuro. Tiempos actuales y extraños, demandan especificar la forma en que nos relacionamos con las personas, definitivamente es amistad y hermandad, llena de camaradería, sinceridad y espontaneidad.

En uno de esos encuentros; este señor me comentaba cómo a diario era retado por cada una de las circunstancias de la vida sencilla del salvadoreño de clase baja, que a buen ojo de la gente común, pudiesen parecer estúpidas, o parte de la rutina… Amarillismo de lo cotidiano, o cómo el hipocondriaco, un fingimiento exagerado de las cosas que hay que hacer para salir adelante. El del Salvador del Mundo para arriba, tal vez lo vea como tribal o simplemente poco interesante. Sin embargo por tratarse de mi Compa, presté suma atención a su relato tratando de sentir la emoción que su rostro reflejaba de acuerdo a cada una de esas peculiares escenas en su diario vivir que a continuación les detallo.

Reto 1…. Despertar.
El viejo (Así le llamaré) entre 4:30 am y 5:00 am da vueltas y vueltas en la cama pensando si el minuto preciso para reaccionar ha llegado. En la mente se le cruzan las agonías del trabajo pendiente, el agua fría de la ducha, etc. Pero lo que es aun más terrible! Abandonar los brazos suaves y acogedores de Morfeo! Si..! Es una extraña batalla la cual es contraria a cualquier otra cosa llamada guerra. En esta lo menos imperante son los golpes, las armas y la sangre. De hecho los  abrazos de las colchas, las caricias de la almohada y los masajes de la cama prueban la resistencia al despertar! ¿Difícil reto no les parece?
Reto 2… El Baño.
Paradigma del guanaco es bañarse todos los días, pues el viejo desenfunda la piel desnuda tras la amenaza de una fría lluvia de gotas de la regadera… Pero de no ser recibido por la regadera, agua estancada será la suerte que él deberá recibir. Un par de saltos tras el primer contacto de la epidermis con el líquido vital, bastarán para superar semejante desafío.
Reto 3… Tomar el Bus.
Con el viejo no sabemos si es cosa de nuestros veinte mil kilómetros cuadrados este problema, y peor aún, pareciera que los cobradores a los cuales llamamos videntes; debido sus perennes revelaciones de espacios dentro de las unidades del transporte público los cuales manifiestan con gritos como: “Atrás va vacío”, “Hay espacio en medio”, “Subamos la gradita que hay espacio”… e innumerables oráculos mañaneros que predicen huecos en el micro donde quizá como un juego de Legos tú seas la pieza que falta para encajar perfectamente. Todo un reto llegar vivo a tu destino, y más aun con tu billetera sana y salva. Tal vez con un par de codazos como mínimo.

Por ahorita con este sujeto que les comento, hemos discutido estas interesantes aventuras que a diario vive el obrero promedio, que duramente Dios sabe cómo llega al trabajo y regresa a casa. Ya sea en un bus, a pie, de “Ray”, en “Baika”, en “Pica” o como hace poco le pasó a su servidor: En un baúl. A todos aquellos que compartimos en la mañana la esencia del perfume y en la tarde la esencia del sudor, al que no sabe a qué horas regresa a casa, porque sale a las 7:00 pm del trabajo sin saber si encuentra bus que lo lleve al nido. Al que no sabe si a medio día almuerza, porque no alcanza. O que lleva tortilla tostada con queso y frijoles para comer. Para ti camarada es esto, para que aún en lo que los demás lo ven como penas, para nosotros son retos…

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