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jueves, 8 de mayo de 2014

No lo voy a dejar solo...

Con amor a mi país...


De esos días que por algo decides cambiar la rutina...
Estoy percibiendo que la exposición al arte da al ser humano un espacio para meditar en cómo expresar la abstracción única de sus sentimientos. Tomando de referencia la afirmación anterior la exposición al arte es mi búsqueda personal de elementos que me permitan lograr esa expresión de una manera única.

Enterándome que el día de hoy en “El Santuario” arrancaba el festival de documentales: “Ambulante 2014”; decidí cancelar mi asistencia a la rutinaria clase del jueves en la “U”. La determinación anterior fue movida en base a los buenos resultados obtenidos en las últimas evaluaciones.
La película...“Dayani Cristal”, Tema: La migración a la USA.

Entrando en materia, me encontraba en la Gran Sala como siempre admirando su enorme telón, las gárgolas, los ángeles y esa enorme cúpula peculiar. Dentro de aquel recinto gente de todo tipo, desde chicos y chicas delgados de rostro aguileño, cuerpos delgados y pies grandes, pies que probablemente nunca pisarán una frontera, pues seguramente siempre la pasarán en avión o en un crucero; gente tatuada que parecía estar involucrada en cosas de arte, o al menos que parecían valorar la expresión artística, gente “normal”, cámaras... Ancianos, parejas... Gente de saco, conocidos y desconocidos... mexicanos, españoles... salvadoreños...

Aquellos cercanos 90 minutos de filme me transportaron a un pasado que por largos días había dejado olvidado en lo profundo de disipados recuerdos de algo tan trascendental en mi vida. Admirado, no creía que yo había cruzado Mexico buscando llegar al norte. El largometraje toca fibras muy delicadas de esta odisea que miles de personas se arriesgan a tomar año con año.
¡Wow! Tecún Umán, lo recordé al ver a Gael cruzarlo en una improvisada balsa ¡yo estuve ahí! Mencionábase en el video, que “El Norte”, es el camino en el cual muchos terminan, paradoja: a mis cuatro escasos años estaba cruzando ese camino, iniciando mi vida, sin saber si sería tan corta o tendría la fortuna de cruzar pa el otro lado. Al finalizar la puesta solo dí gracias al cielo que un ocho de mayo de dos mil catorce, estaba sentado en aquella butaca, vivo y con sueños... Que veintitrés años después memoraba mi odisea, en la cual según aquella proyección, me convertí en un pequeño héroe invisible, estuviera vivo o muerto.

Sin embargo, dentro de aquel teatro como que pareciese algo totalmente fuera de contexto, escuché los quejidos de un viejito... que desde su rancho me llamaba y me decía: mijo quiero verlo...
Enseguida fuí donde aquella quejumbrosa y discreta voz llamaba a “mijito”... El pobre emisor de aquel moribundo requiem de clamores era un ancianito, chiquito, delgado, de piel café dorada y pegada a aquellos secos huesos... relegado a una vieja cama de pita, sobre su cabeza no más una ventanita que se cerraba con una puertecita de madera en la que pegaba un sol del demonio porque ya hacía tiempos le volaron un palito de café que medio le daba sombra...
Le vi los piesitos que salían de una hedionda sábana chapina que siempre había estado ahí, y que nadie nunca se la lavó... estaban más duras que melcocha vieja las plantas de los pies y sanjadas de andar chuña... pareciera que de ratos hasta de sus chanclas lo despojaron para que se quedara quieto y ya no caminara.
En aquella tétrica habitación me contó su historia...

Me dijo: mijo, siéntese... Viera que alegrilla me da que se haya asomado a verme... Estando tan jodido ya nadie me presta atención... Viera que en esta condición hasta que una cuca asome se agradece...
Mijo, usted es mijo... Lo quiero mucho y sí, en algún momento se me fué lejos...
Su mirada cambió al verme a los ojos y empezaron a rodar lágrimas de aquellos casi enllavados párpados...
Prosiguió: papa... no se vaya otra vez, se lo pido... Sé que estoy mal, y muy mal pero lo quiero, si me levanto de esta, lo quiero hacer feliz...
Sin comprender a plenitud la escena, simplemente movido a compasión decidí permanecer más tiempo con aquel hombre (no conozco gente centenaria, pero juraría que este este tiene más de 4 siglos)

Me contó que sus tatas fueron unos inditos, que dentro de todo lo amaron mucho, humildemente a pura aguita de arroz lo hicieron crecer... Crecía dea poquito y cuando le salieron un par de dientes a pura tortilla y frijol, café y a las quinientas una gallinita, salía adelante...
En esa niñez de juegos y en que los cipotes solo piensan en qué quieren ser cuando sean grandes me contó que unos maitros cheles, bigotudos y barbudos acabaron con su familia, se adueñaron del pueblo y a el lo agarraron de cholero.
Dura servidumbre le tocó desde morro hasta la condición pal tigre que estaba, sin lástima le sampaban garrotazos en el lomo, primero para que sacara añil, algodón y por último café...
Por ratos no le daban de comer, me cuenta que de último a puro RedBull importado lo querían tener (disque para que despertara) y él qué deseaba una horchatita heladita hecha en casa.
De comer, a pura Maruchan instantánea cuando San Juan para el dedo se dignaban en darle... Nooooooooooombre si al niño lo que le gustaba era la sopita de frijoles con huezo, masitas, platano verde, yuca y cuanta verdura hubiera dado la siembra.
Al pobre bichito, luego muchacho, luego hombre, luego maitro y hoy casi cadáver no le dieron buena vida...
Me contaba aquellas atrocidades el maitrito y se me escapaban las lágrimas... Me dijo que si por favor lo acobijaba bien porque ya no tenía fuerza en las manos, porque después de hechar penca por años, venía un huracán y se las mojaba... De ahí que todas tembeleques y débiles le habían quedado.
Levanté con sumo cuidado la colcha y vi una escena incomparable e inentendible, las patillas sequitas llenas de hierro, el pechito de paloma que tenía se lo habían cambiado casi que ha plancha de puro fierro...
Soltó la irónica carcajada... No se asuste, dicen los viejos cherches que si no fuera por todo este fierro ya me hubiera petateado... Lo que me parece raro es que casi siempre les veo una cajita en las manos con palancas y por ratos hasta hacen que me pare sólo. Susurré: un control remoto...
Vi que los deditos de los pies le quedaban todavía de carne y huezo, pero me dijo que se los iban a cortar de emergencia para ponerle unos de fierro también disque para que pudiera caminar.
No papito lindo dijo... Ya no aguanto más, si me hubiera conocido de cipotillo, ni la sombra...
Me arrodillé y conmovido ante la abrumable situación del anciano, le sobe la cabecita blanca... lo abracé... lo besé... le unté agua florida en la frente, en el pecho y en los pies... le peiné el pelito, medio lo asié.. le curé las llagas de estar acostado convaleciente... le sobé los golpes, lo arropé por la tembladera que tenía ya en la noche por el frío... y me rebusqué por sacar los tufos del cuarto...
Estaba reventado mi viejo... pero al escucharlo respirar quedito, lo amé profundamente... Me dijo, mijito, no se olvide de mi, yo sé que no soy el mejor, mire, si soy chiquito, no soy muy inteligente, pero lo quiero, yo lo quiero dea deveras, no me deje solo cuídeme y seguro me levanto de esta cama y nos vamos a sembrar café en las lomas pa depués cortarlo, o frijol, o maíz...

Por más cubierto de metal y moribundo que estuviera... Su corazón aún latía...
Lo abracé con ternura a aquel pequeño viejo, y le dije lo amo papa Chamba, yo no lo voy a dejar perder, papito lindo yo lo voy a sacar adelante...

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