De esos días que por algo decides
cambiar la rutina...
Estoy percibiendo que la exposición al
arte da al ser humano un espacio para meditar en cómo expresar la
abstracción única de sus sentimientos. Tomando de referencia la
afirmación anterior la exposición al arte es mi búsqueda personal de elementos que me
permitan lograr esa expresión de una manera única.
Enterándome que el día de hoy en “El
Santuario” arrancaba el festival de documentales: “Ambulante
2014”; decidí cancelar mi asistencia a la rutinaria clase del
jueves en la “U”. La determinación anterior fue movida en base a
los buenos resultados obtenidos en las últimas evaluaciones.
La película...“Dayani Cristal”,
Tema: La migración a la USA.
Entrando en materia, me encontraba en
la Gran Sala como siempre admirando su enorme telón, las gárgolas,
los ángeles y esa enorme cúpula peculiar. Dentro de aquel recinto
gente de todo tipo, desde chicos y chicas delgados de rostro
aguileño, cuerpos delgados y pies grandes, pies que probablemente
nunca pisarán una frontera, pues seguramente siempre la pasarán en
avión o en un crucero; gente tatuada que parecía estar involucrada
en cosas de arte, o al menos que parecían valorar la expresión
artística, gente “normal”, cámaras... Ancianos, parejas...
Gente de saco, conocidos y desconocidos... mexicanos, españoles...
salvadoreños...
Aquellos cercanos 90 minutos de filme
me transportaron a un pasado que por largos días había dejado
olvidado en lo profundo de disipados recuerdos de algo tan
trascendental en mi vida. Admirado, no creía que yo había cruzado
Mexico buscando llegar al norte. El largometraje toca fibras muy
delicadas de esta odisea que miles de personas se arriesgan a tomar
año con año.
¡Wow! Tecún Umán, lo recordé al ver
a Gael cruzarlo en una improvisada balsa ¡yo estuve ahí!
Mencionábase en el video, que “El Norte”, es el camino en el
cual muchos terminan, paradoja: a mis cuatro escasos años estaba cruzando
ese camino, iniciando mi vida, sin saber si sería tan corta o
tendría la fortuna de cruzar pa el otro lado. Al finalizar la puesta
solo dí gracias al cielo que un ocho de mayo de dos mil catorce,
estaba sentado en aquella butaca, vivo y con sueños... Que veintitrés
años después memoraba mi odisea, en la cual según aquella
proyección, me convertí en un pequeño héroe invisible, estuviera
vivo o muerto.
Sin embargo, dentro de aquel teatro
como que pareciese algo totalmente fuera de contexto, escuché los
quejidos de un viejito... que desde su rancho me llamaba y me decía:
mijo quiero verlo...
Enseguida fuí donde aquella
quejumbrosa y discreta voz llamaba a “mijito”... El pobre emisor
de aquel moribundo requiem de clamores era un ancianito, chiquito,
delgado, de piel café dorada y pegada a aquellos secos huesos...
relegado a una vieja cama de pita, sobre su cabeza no más una
ventanita que se cerraba con una puertecita de madera en la que
pegaba un sol del demonio porque ya hacía tiempos le volaron un
palito de café que medio le daba sombra...
Le vi los piesitos que salían de una
hedionda sábana chapina que siempre había estado ahí, y que nadie
nunca se la lavó... estaban más duras que melcocha vieja las
plantas de los pies y sanjadas de andar chuña... pareciera que de
ratos hasta de sus chanclas lo despojaron para que se quedara quieto
y ya no caminara.
En aquella tétrica habitación me
contó su historia...
Me dijo: mijo, siéntese... Viera que
alegrilla me da que se haya asomado a verme... Estando tan jodido ya
nadie me presta atención... Viera que en esta condición hasta que
una cuca asome se agradece...
Mijo, usted es mijo... Lo quiero mucho
y sí, en algún momento se me fué lejos...
Su mirada cambió al verme a los ojos
y empezaron a rodar lágrimas de aquellos casi enllavados
párpados...
Prosiguió: papa... no se vaya otra
vez, se lo pido... Sé que estoy mal, y muy mal pero lo quiero, si me
levanto de esta, lo quiero hacer feliz...
Sin comprender a plenitud la escena,
simplemente movido a compasión decidí permanecer más tiempo con
aquel hombre (no conozco gente centenaria, pero juraría que este
este tiene más de 4 siglos)
Me contó que sus tatas fueron unos
inditos, que dentro de todo lo amaron mucho, humildemente a pura
aguita de arroz lo hicieron crecer... Crecía dea poquito y cuando le
salieron un par de dientes a pura tortilla y frijol, café y a las
quinientas una gallinita, salía adelante...
En esa niñez de juegos y en que los
cipotes solo piensan en qué quieren ser cuando sean grandes me contó
que unos maitros cheles, bigotudos y barbudos acabaron con su
familia, se adueñaron del pueblo y a el lo agarraron de cholero.
Dura servidumbre le tocó desde morro
hasta la condición pal tigre que estaba, sin lástima le sampaban
garrotazos en el lomo, primero para que sacara añil, algodón y por
último café...
Por ratos no le daban de comer, me
cuenta que de último a puro RedBull importado lo querían tener
(disque para que despertara) y él qué deseaba una horchatita
heladita hecha en casa.
De comer, a pura Maruchan instantánea
cuando San Juan para el dedo se dignaban en darle... Nooooooooooombre
si al niño lo que le gustaba era la sopita de frijoles con huezo,
masitas, platano verde, yuca y cuanta verdura hubiera dado la
siembra.
Al pobre bichito, luego muchacho, luego
hombre, luego maitro y hoy casi cadáver no le dieron buena vida...
Me contaba aquellas atrocidades el
maitrito y se me escapaban las lágrimas... Me dijo que si por favor
lo acobijaba bien porque ya no tenía fuerza en las manos, porque
después de hechar penca por años, venía un huracán y se las
mojaba... De ahí que todas tembeleques y débiles le habían
quedado.
Levanté con sumo cuidado la colcha y
vi una escena incomparable e inentendible, las patillas sequitas
llenas de hierro, el pechito de paloma que tenía se lo habían
cambiado casi que ha plancha de puro fierro...
Soltó la irónica carcajada... No se
asuste, dicen los viejos cherches que si no fuera por todo este
fierro ya me hubiera petateado... Lo que me parece raro es que casi
siempre les veo una cajita en las manos con palancas y por ratos
hasta hacen que me pare sólo. Susurré: un control remoto...
Vi que los deditos de los pies le
quedaban todavía de carne y huezo, pero me dijo que se los iban a
cortar de emergencia para ponerle unos de fierro también disque para
que pudiera caminar.
No papito lindo dijo... Ya no aguanto
más, si me hubiera conocido de cipotillo, ni la sombra...
Me arrodillé y conmovido ante la
abrumable situación del anciano, le sobe la cabecita blanca... lo
abracé... lo besé... le unté agua florida en la frente, en el
pecho y en los pies... le peiné el pelito, medio lo asié.. le curé
las llagas de estar acostado convaleciente... le sobé los golpes, lo
arropé por la tembladera que tenía ya en la noche por el frío... y
me rebusqué por sacar los tufos del cuarto...
Estaba reventado mi viejo... pero al
escucharlo respirar quedito, lo amé profundamente... Me dijo,
mijito, no se olvide de mi, yo sé que no soy el mejor, mire, si soy
chiquito, no soy muy inteligente, pero lo quiero, yo lo quiero dea
deveras, no me deje solo cuídeme y seguro me levanto de esta cama y
nos vamos a sembrar café en las lomas pa depués cortarlo, o frijol,
o maíz...
Por más cubierto de metal y moribundo que estuviera... Su corazón aún latía...
Lo abracé con ternura a aquel pequeño viejo, y le dije lo amo papa Chamba, yo no lo voy a dejar perder, papito lindo yo lo voy a sacar adelante...
Lo abracé con ternura a aquel pequeño viejo, y le dije lo amo papa Chamba, yo no lo voy a dejar perder, papito lindo yo lo voy a sacar adelante...
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